En los inicios del siglo XXI, cerca de 1.000 millones de personas no tienen un acceso regular al agua potable, según un informe del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Este organismo afirma que el mundo se enfrenta a una grave crisis humanitaria por la escasez de agua y por la falta de redes de alcantarillado, que afecta a 2.500 millones de personas.
Así están las cosas, y paradójicamente en el 2015 se proyecta enviar a Júpiter una nave espacial para buscar agua en ese planeta, cuando aquí no podemos dar en África o en la India el agua que la gente necesita.
En muchas naciones, como en las de África subsahariana, las más pobres del planeta, el problema no es tanto la falta de agua, sino la infraestructura para poder canalizarla a todos los hogares y su ulterior tratamiento una vez utilizada. Por ejemplo, Etiopía tiene una capacidad de almacenaje de cinco metros cúbicos de agua por persona y por año, mientras que en Estados Unidos la cifra llega a 19.000 metros cúbicos por persona.
La crisis humanitaria que ha originado este problema es responsable de la muerte de casi dos millones de niños al año por enfermedades asociadas a la carencia de infraestructura sanitaria.
En muchos países en desarrollo el promedio de uso diario es de cinco litros de agua potable por persona, muchas veces traída desde lugares lejanos. Esa es la misma cantidad que se usa al tirar de la cadena en Europa.
La ONU ha iniciado una campaña para conseguir que cada habitante del planeta pueda acceder al menos a 20 litros de agua potable diaria, al margen de donde viva o de su nivel de desarrollo.