En lo más profundo del bosque habitaban una mona y una tortuga. Desde hacía mucho tiempo eran grandes amigas. Jugaban juntas, comían juntas y también discutían juntas. Un buen día la mona se acercó a su amiga la tortuga y le dijo: "Un golpe es peor que una mentira. Los golpes hacen daño, las mentiras no".La tortuga, que era sabia, le respondió que las mentiras suelen ser mucho peores que los golpes. Y decidieron experimentarlo.
A instancias de la tortuga, la mona cogió un palo con el que pinchó en una pata a la tortuga. Le salió un poco desangre. La tortuga no se quejó del dolor, se aplicó unas hierbas medicinales sobre la lesión y a la mañana siguiente ni se acordaba de aquel golpe que le había dado la mona.
Fue ahora cuando le tocó el turno a la tortuga. Se fue a la ciudad, compró un pedazo de carne, lo condimentó y lo partió en pequeños trozos. Luego colocó los pedazos de carne condimentada sobre las ramas de un árbol. Luego se dirigió corriendo a donde estaba su amiga la mona y le dijo: "He encontrado un árbol que produce trozos de carne ya adobada. Si quieres te digo donde está". Cuando llegaron al árbol que había preparado la tortuga, la mona se subió a él y comenzó a comer con avidez.
La tortuga se fue corriendo al pueblo. Buscó al perro y le dijo que había encontrado un árbol que daba trozos de carne. Guiado por su olfato, se acercó hasta el árbol donde comía tranquilamente la mona. Cuando el perro vio a la mona, comenzó a ladrar fuertemente. La mona se asustó y se subió a las ramas más altas. Pero viendo que el perro seguía ladrándole comenzó a tirarle pequeños trozos de carne ya aderezada. Siguió ladrando y ladrando por espacio de tres días y tres noches en las cuales la pobre mona no hacía otra cosa sino lanzarle de tanto en tanto pedacitos de carne. La mona, que tenía mucho miedo a los colmillos del perro, pasó tres días allí en el árbol lamentándose y sufriendo.
Al cuarto día apareció un leopardo, el perro, asustado, huyó. El leopardo desde abajo viendo que ya no quedaba carne, pensó subir y comerse a la mona.
Fue entonces cuando la tortuga le dijo: "Deja en paz a esta mona y busca una mejor presa. ¿No ves que lleva varios días sin comer y está en la piel y los huesos?. No va a ser un buen bocado".Convencido el leopardo por la tortuga, se fue a cazar a otro sitio y la mona pudo descender del árbol. Descendió hambrienta y aterrorizada.
Cuando estuvo abajo su amiga la tortuga le dijo: "¿Ves como una mentira hace más daño que una herida? Yo sufrí unas cuantas horas por la herida que me hiciste. Pero la mentira que yo he urdido te ha hecho sufrir durante varios días y varias noches. Y durante ese tiempo nada podía curarte".La mona lo comprendió todo. Nunca había pasado tanto frío, tanta hambre y tanto miedo.